Se llamaba Jonás.  Era nuestro taxista.  Acabamos de tener una semana increíble ministrando y ahora Jonás nos llevaba de vuelta a la frontera a nuestro país. Cuando oímos que su nombre era Jonás, le preguntamos si sabía acerca de la historia de Jonás de la Biblia. Muchos musulmanes se llaman Jonás porque él es también un profeta en el Corán. Pero cuando le hicimos esa pregunta se enfadó mucho.

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Él nos dijo; "ustedes saben que estamos en un camino del desierto y puedo matarlos a los dos!”. 

 

Fue un momento bastante espeluznante, pero con la sabiduría venida de Dios le preguntamos si yo podría conversar con él sobre la Biblia y si no le gustaba, él podría matarnos después.

 

Pasamos un par de horas en el taxi hablando con Jonás acerca de algunos profetas que están en el Corán. Tenía muchas preguntas. Nunca conoció o habló con alguien que fuera un seguidor de Jesús antes. En el momento en que llegamos a la frontera, Jonás nos preguntó si había alguna manera en nuestra próxima visita a su país, para que le trajéramos un Nuevo Testamento para que él pudiera leer por sí mismo, más acerca de la verdad de Jesús.

Al mismo tiempo, oren también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la palabra, para declarar el misterio de Cristo, a causa de lo cual estoy en la cárcel, para que pueda dejarlo claro, que es como debo hablar.

Colosenses 4:3-4